Siempre he presumido de leer todo lo que me cae a las manos y es porque, en gran parte, es muy cierto. Pero también es cierto que en mi vida literaria hay grandes escritores que he pasado por alto y que apenas descubro o voy descubriendo.
Ayer visité la feria del libro y la verdad es que, dentro de lo bien que me la pasé, me la pasé un poco mal. Me la pasé mal porque estaba yo en el paraíso y no llevaba dinero para comprar todo lo que quisiera. Ir a la feria del libro sin dinero es casi tan similar a ir al cine a ver la cartelera, o ir a un restaurante sólo a babear sobre el menú. Había al alcance de mi mano millones de libros que deseo, libros que me han recomendado, ediciones especiales de clásicos de la literatura, ediciones hermosas de libros que ya poseo, y así. Al principio intenté hacer una lista mental de los ejemplares que debo obtener, pero después se iba haciendo más grande la frustración y la incomodidad.
Para llegar pronto al punto en donde los dos párrafos anteriores se relacionan, desde hace tiempo decidí dejar leer lo que leo siempre y comenzar a comprar a los grandes escritores que no conozco, así que ayer en vez de obtener "Un día de cólera" de Arturo Pérez-Reverte o algo de Gabriel García Márquez o de Juan Rulfo, le abrí mi corazón a un escritor enorme, muy admirado por miles y del cual yo nunca había leído nada más que frases célebres: José Saramago. Fue una decisión difícil, pero muy acertada. En la noche, ya en cama, abrí por primera vez a "Caín" y me leí más de 50 páginas.
Cuando decidí que era hora de dormir cerré mi libro, de mala gana, y me puse a pensar. En un mundo perfecto yo hubiera leído este libro hace 10 años. En un mundo perfecto yo habría leído todo Saramago. A veces me obsesiono mucho con un escritor y lo leo todo, me lo devoro todo. Ya me pasó. Quizá por eso me da miedo agarrar un libro nuevo. ¿Qué tal que me gusta tanto que después ando sufriendo por no poder leerlo? A veces también me pongo triste: ¡Yo jamás podría escribir la mitad de bien que este tipo!
Si alguien ya leyó "Caín" sabe a lo que me refiero. Esa extraña escritura que no necesita puntos y comas y mayúsculas para ser magnífica. Yo jamás podría inventar un modo de escritura, como creo que lo hizo Saramago y como lo hacen Alessandro Baricco o el mismo Carlos Fuentes. Sólo se una cosa... mientras sigan existiendo libros que no he leído, seguiré siendo feliz. Mientras sigan existiendo autores que; a pesar de mi obsesión por los puntos, las comas y la gramática; me hagan gozar un libro sin todas esas cosas que la RAE nos suplica que hagamos, seguiré pudiendo imaginar.
Saramago está bien... Caín también, aunque no entiendo por que empezar con esa obra.
ResponderEliminar¿Por qué ya nadie lee y relee a Cervantes y a Tolstoi?... ¡Eso sí te quitara el sueño!
Porque a Cervantes y a Tolstoi ya los leí. :P
EliminarTú escribes mucho mejor de lo que crees, y la verdad es que leerte es... muy recompensante (pasé un largo rato eligiendo esa palabra, y creo que se queda corta). Creo que a veces escribes cosas que no fácilmente dirías. Aunque también a veces es difícil escribir, por lo menos para los que no gustamos de escribir cualquier cosa.
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